DesgastadosSample

Quienes han estado al límite en una experiencia desértica dicen que es una de las situaciones más extremas que se puede vivir, que es algo profundamente angustioso. Los períodos donde estamos experimentando un profundo desgaste son etapas que podemos asociar con estar en el desierto. Las condiciones son inhóspitas, todo lo que nos rodea pareciera atentar contra nosotros, no hay donde esconderse de lo que nos está destruyendo, y el camino es demasiado largo como para tener esperanzas de lograr cruzarlo antes de morir. Todo esto genera una carga emocional y mental devastadora. Hay dos trampas de las cuales debemos cuidarnos: la insatisfacción y el ego, ya que fácilmente pueden llevarnos al desgaste. En muchas ocasiones, nos afanamos y caemos en la trampa de los logros al creer que si alcanzamos esto o aquello estaremos satisfechos y, en ese camino de persecución, nos metemos a nosotros mismos en desgastantes y destructivos desiertos. También podemos caer en la trampa del ego que nos dice que, si humanamente luchamos sin cesar y sin detenernos, lograremos lo que tan desesperadamente queremos; sin embargo, la principal sed que debemos satisfacer es la de Dios, la de buscar presurosamente de Él porque, al satisfacer la sed espiritual, veremos que, así como una cascada baña abundantemente todo lo que está bajo ella, Dios es suficiente para refrescar y llenar nuestras vidas en pleno. La lucha por sobrevivir bajo el incandescente sol de una situación desgastante puede llevarnos a sentirnos desesperados, sin embargo ¡hay esperanza! Podemos sobrevivir al desierto. Aunque emocional y físicamente estés sediento y desesperado, puedes obtener una renovación espiritual y, de ahí, una general. Dios es la fuente de agua viva que brota incesantemente; podemos ir a Él para revitalizarnos y mantenernos bien hidratados para seguir y, así, llegar al final de la temporada difícil. No persigamos cosas en vano, no caigamos en la trampa. No nos expongamos al abrasador calor del desierto del desgaste, no demos pasos hacia nuestra propia destrucción. Respetemos los limites, hallemos la verdadera satisfacción, esa que solo se encuentra en Dios y aquello que deriva de Él.